Antes de conocer a mi ahora esposo , me gustaba un muchacho; se portaba súper lindo y amable, era atento, divertido, teníamos muchísimos gustos en común y, aunque no era precisamente un Adonis, me gustaba la sinceridad que reflejaba su mirada, amén de sus lindos ojos...
El encanto se rompió cuando me dio su e-mail y comenzamos a platicar por messenger…
Leer cosas como “gentes”, “subistes” y “haiga”, además de la ausencia de “aches”, el cambio de las “zetas” por las “ces” y “eses” me hizo, sentir no repulsión, pero sí flojera por él.
Una historia de amor ... que se fue al traste por culpa de las faltas de ortografía. Como ves esta historia tiene dos caras. La buena y la mala. Seguro que conoces o eres capaz de inventarte una historia parecida, también con dos caras: la buena y la mala. (El lado malo no es obligatorio que esté relacionado con la ortografía. Ésta puede estar de suerte y tener su lado bueno)
No sé por qué aquí no aparece, pero lo he hecho una vez...
ResponderEliminarNo lo se pero este comentario ya lo hice en su denido momento.
ResponderEliminarSi, yo también lo hice una vez y no lo pude enviar. Hoy no estoy demasiado inspirada la verdad. Así que lo dejaremos para otro día.
ResponderEliminarCreo yo también haberlo hecho.
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