Dar de comer a quien lo necesita y si hay que dar de comer a una historia se le da. Y así la historia engorda que es lo que queremos hacer con esta historia que vamos a empezar y a la que cada uno irá añadiendo una frase intercalada en el lugar que él considere oportuno y que sirva para aportar información sobre los diferentes acontecimientos que en la historia se van narrando y que a todos nos va a interesar ...
Salió un día radiante. Así que todo resultó de lo más emocionante.
Haces un copia y pega en la respuesta e intercalas una frase entre las anteriores. Estas dos frases son el comienzo y final. Son inamovibles. Pero entre ellas cada uno añade otras. Siempre hemos de tomar como referencia las frases que encontremos en la última respuesta y a ellas hemos de intercalar en el lugar que queramos la frase que a nosotros nos guste.
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Hace 3 meses
Salió un día radiante. El sol no terminaba de asomar entre las nubes, pero el calor estaba asegurado ese maravilloso día de abril. Así que todo resultó de lo más emocionante.
ResponderEliminarSalió un día radiante. El sol no terminaba de asomar entre las nubes, pero el calor estaba asegurado ese maravilloso día de abril. Había decidido hablar con ella, el enfado había llegado demasiado lejos y se sentía mal, sabía que era toda su vida, por eso fue a su encuentro sin dilación. Así que todo resultó de lo más emocionante.
ResponderEliminarSalio en una manana en que el sol empezaba a regar sus tibios rayos que se posaban carinosos sobre las flores de delicados colores en este bello jardin que seria el marco ideal para la cita con su amiga de toda la vida y que seria testigo de la confecion de amor que no podia callar mas. La ilusion cubria su rostro mientras esperaba que todo saliera bie.
ResponderEliminarSalió un día radiante. El sol no terminaba de asomar entre las nubes, pero el calor estaba asegurado ese maravilloso día de abril. Había decidido hablar con ella, el enfado había llegado demasiado lejos y se sentía mal, sabía que era toda su vida, por eso fue a su encuentro sin dilación. Aunque claro, le pesaba en el alma lo que tenía que decirle, e intentaba no imaginar su tristeza cuando le dijera que no la amaba más y que quería que terminaran, porque sabía que ella lo amaba profundamente. Así que todo resultó de lo más emocionante.
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ResponderEliminarSalió un día radiante. El sol no terminaba de asomar entre las nubes, pero el calor estaba asegurado ese maravilloso día de abril. Había decidido hablar con ella, el enfado había llegado demasiado lejos y se sentía mal, sabía que era toda su vida, por eso fue a su encuentro sin dilación. Aunque claro, le pesaba en el alma lo que tenía que decirle, e intentaba no imaginar su tristeza cuando le dijera que no la amaba más y que quería que terminaran, porque sabía que ella lo amaba profundamente. Salió de su casa y cerró la puerta apenas con la atención necesaria para asegurar la cerradura. Cruzó la calle y esperó pacientemente en la parada la llegada del autobús de su ruta. Al detenerse el autobús y subir a él pudo percatarse, pese a su tristeza que la suerte, esa extraña pasajera de la vida, se asomaba entre quienes le acompañarían en su trayecto. Así que todo resultó de lo más emocionante.
ResponderEliminarSalió un día radiante. El sol no terminaba de asomar entre las nubes, pero el calor estaba asegurado ese maravilloso día de abril. Había decidido hablar con ella, el enfado había llegado demasiado lejos y se sentía mal, sabía que era toda su vida, por eso fue a su encuentro sin dilación. Aunque claro, le pesaba en el alma lo que tenía que decirle, e intentaba no imaginar su tristeza cuando le dijera que no la amaba más y que quería que terminaran, porque sabía que ella lo amaba profundamente. Salió de su casa y cerró la puerta apenas con la atención necesaria para asegurar la cerradura. Cruzó la calle y esperó pacientemente en la parada la llegada del autobús de su ruta. Al detenerse el autobús y subir a él pudo percatarse, pese a su tristeza que la suerte, esa extraña pasajera de la vida, se asomaba entre quienes le acompañarían en su trayecto. Así que todo resultó de lo más emocionante. Y en efecto, años más tarde se dio cuenta de que tenía razón.
ResponderEliminarSalió un día radiante. El sol no terminaba de asomar entre las nubes, pero el calor estaba asegurado ese maravilloso día de abril. Había decidido hablar con ella, el enfado había llegado demasiado lejos y se sentía mal, sabía que era toda su vida, por eso fue a su encuentro sin dilación. Aunque claro, le pesaba en el alma lo que tenía que decirle, e intentaba no imaginar su tristeza cuando le dijera que no la amaba más y que quería que terminaran, porque sabía que ella lo amaba profundamente. Salió de su casa y cerró la puerta apenas con la atención necesaria para asegurar la cerradura. Cruzó la calle y esperó pacientemente en la parada la llegada del autobús de su ruta. Al detenerse el autobús y subir a él pudo percatarse, pese a su tristeza, que la suerte, esa extraña pasajera de la vida, se asomaba entre quienes le acompañarían en su trayecto. Entre las pocas personas taciturnas de esa hora, ella destacaba con su cabello revuelto, lo colorido de su atuendo y la canción alegre que tarareaba. Ver a alguien tan radiante como el día le hizo pensar en momentos felices. Quería copiar esa despreocupación. Entonces, decidió acompañar el ritmo de aquella canción mientras su mente divagaba hacia desenlaces felices y futuros llenos de promesas. Así que todo resultó de lo más emocionante. Y en efecto, años más tarde se dio cuenta de que tenía razón.
ResponderEliminarSalió un día radiante. El sol no terminaba de asomar entre las nubes, pero el calor estaba asegurado ese maravilloso día de abril. Había decidido hablar con ella, el enfado había llegado demasiado lejos y se sentía mal, sabía que era toda su vida, por eso fue a su encuentro sin dilación. Aunque claro, le pesaba en el alma lo que tenía que decirle, e intentaba no imaginar su tristeza cuando le dijera que no la amaba más y que quería que terminaran, porque sabía que ella lo amaba profundamente. Salió de su casa y cerró la puerta apenas con la atención necesaria para asegurar la cerradura. Cruzó la calle y esperó pacientemente en la parada la llegada del autobús de su ruta. Al detenerse el autobús y subir a él pudo percatarse, pese a su tristeza, que la suerte, esa extraña pasajera de la vida, se asomaba entre quienes le acompañarían en su trayecto. Entre las pocas personas taciturnas de esa hora, ella destacaba con su cabello revuelto, lo colorido de su atuendo y la canción alegre que tarareaba. Ver a alguien tan radiante como el día le hizo pensar en momentos felices. Quería copiar esa despreocupación. Entonces, decidió acompañar el ritmo de aquella canción mientras su mente divagaba hacia desenlaces felices y futuros llenos de promesas. Sintió el impulso de acercarse más a esa voz y, sin pensárselo dos veces, se sentó a su lado. Sus voces se unieron y sus miradas se cruzaron. Ella le sonrió y él olvidó para qué había subido a ese autobús. La boca carnosa que le invitaba a seguir su melodía y el olor a azahar invadieron sus sentidos. Así que todo resultó de lo más emocionante. Y en efecto, años más tarde se dio cuenta de que tenía razón.
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