Comenzamos un nuevo curso en "La redacción con los blogs". La gran mayoría de las nuevas entradas están pensadas para personas con un nivel consolidado de expresión escrita e hipertextual. Hemos de ir superándonos poco a poco, somos tiempo, evolución, transformación, novedad y viento. Bienvenidos a la nueva temporada 2010/2011


La redacción con los blogs encierra un plan de redacción. ¿Por qué con los blogs? ¿Y por qué no? Los blogs representan “internet sin esfuerzo”, internet al alcance de todos.
Y esa gran facilidad de manejo es la que me ha llevado a desarrollar este plan de redacción con los blogs. Los principales contenidos del área de lengua y las características esenciales de los blogs se asocian en este plan de redacción. El contenido y la herramienta. La palabra y su medio de difusión. En el pasado escribir y leer era cosa de papel y bolígrafo. Luego fue cosa de ordenador y procesador de textos. Ahora la alfabetización consiste en manejar, adecuadamente, las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC).

lunes, 11 de febrero de 2008

NADA LEO, 12

¡Qué días incomparables! Toda la semana parecía estar alboreada por ellos. Salíamos muy temprano y ya nos esperaba Jaime con el auto en cualquier sitio convenido. La ciudad se quedaba atrás y cruzábamos sus arrabales tristes, con la sombría potencia de las fábricas a las que se arrimaban altas casas de pisos, ennegrecidas por el humo. Bajo el primer sol los cristales de estas casas negruzcas despedían destellos diamantinos. De los alambres de telégrafos salían chillando bandadas de pájaros espantados por la bocina insistente y enronquecida...

Ena iba al lado de Jaime. Yo, detrás, me ponía de rodillas, vuelta de espaldas en el asiento, para ver la masa informe y portentosa que era Barcelona y que se levantaba y esparcía al alejarnos, como un rebaño de monstruos. A veces Ena dejaba a Jaime y saltaba a mi lado para mirar también, para comentar conmigo aquella dicha.

Ningún día de la semana se parecía Ena a esta muchacha alocada, casi infantil de puro alegre, en que se convertía los domingos. A mí – que venía del campo- me hizo ella ver un nuevo sentido de la Naturaleza en el que ni siquiera había pensado. Me hizo conocer el latido del barro húmedo cargado de jugos vitales, la misteriosa emoción de los brotes aún cerrados, el encanto melancólico de las algas desmadejadas en la arena, la potencia, el ardor, el encanto esplendoroso del mar.

- No hagas historia! – me gritaba desesperada cuando yo veía en el mar latino el recuerdo de los fenicios y de los griegos. Y lo imaginaba surcado (tan quieto, esplendente y azul) de naves extrañas.

Ena nadaba con el deleite de quien abraza a un ser amado. Yo gozaba una dicha concedida a pocos seres humanos: la de sentirse arrastrada en ese halo casi impalpable que irradia una pareja de enamorados jóvenes y que hace que el mundo vibre más, huela y resuene con más palpitaciones y sea más infinito y más profundo.

Comíamos en fondas a lo largo de la costa o en merenderos entre pinos, al aire libre. A veces llovía. Entonces Ena y yo nos refugiábamos bajo el impermeable de Jaime, quien se mojaba tranquilamente ...Muchas veces me he puesto algún chaleco de lana, o un jersey suyo. Él tenía una pila de estas cosas en el automóvil en previsión de la traidora primavera. Aquel año, por otra parte, hizo un tiempo maravilloso. Me acuerdo de que en marzo volvíamos cargadas de ramas de almendro florecidas y en seguida empezó la mimosa a amarillear y a temblar sobre las tapias de los jardines.

Estos chorros de luz que recibía de mi vida gracias a Ena, estaban amargados por el sombrío tinte con que se teñía mi espíritu otros días de la semana. No me refiero a los sucesos de la calle de Aribau, que apenas influían ya en mi vida, sino a la visión desenfocada de mis nervios demasiado afilados por un hambre que a fuerza de ser crónica llegué casi a no sentirla. A veces me enfadaba con Ena por una nadería. Salía de su casa desesperada. Luego regresaba sin decirle una palabra y me ponía a estudiar junto a ella. Ena se hacía la desentendida y seguíamos como si tal cosa. El recuerdo de estas escenas me hacía llorar de terror algunas veces cuando las razonaba en mis paseos por los arrabales, o por la noche, cuando el dolor de cabeza no me dejaba dormir y tenía que quitar la almohada para que se disipara. Pensaba en Juan y me encontraba semejante a él en muchas cosas. Ni siquiera se me ocurría pensar que estaba histérica por la falta de alimento. Cuando recibía mi mensualidad iba a casa de Ena cargada de flores, compraba dulces a mi abuela y también me acostumbré a comprar cigarrillos, que ahorraba para las épocas de escasez de comida, ya que me aliviaban y me ayudaban a soñar proyectos deshilvanados.

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Esta escena de este capítulo 12 está cargada de ensueño y de imágenes cinematográficas: el coche deslizándose por las solitarias carreteras, los protagonistas melena al viento, ... Más allá de todo eso, Andrea, sigue mostrándonos sus sentimientos, sus conflictos emocionales, sus problemas vitales. Por otra parte el círculo de sus amistades vemos cómo se ha abierto y participa del contacto con la burguesía barcelonesa de la época.



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