En Putas asesinas, relato de R. Bolaño dentro de Putas asesinas, la protagonista ha decidido tener una cita con un desconocido Max (ella lo llama así). Cuando acude a su encuentro, él no tiene ni idea de la que se le viene encima, ella le saluda y le dice :
" ... cuando te digo hola, Max, no sabes qué decir, al principio no sabes qué decir, sólo reírte, un poco menos estentóreamente que tus camaradas, pero sólo te ríes, príncipe de la máquina del tiempo, te ríes pero ya no caminas.La historia completa es para releer y releer y disfrutar (mucho) pero esto es un blog y yo he venido a hacerte una propuesta.Si me pudieses ver ahora, te estaría guiñando un ojo, el izquierdo, ¿sabes? Podría decirte oye esa agenda que llevas me gusta, quiero una igual, dónde te la has comprado, y quizás me dirías bueno las venden en esa papelería de la esquina, no tiene pérdida. Quiero seducirte y que te quedes conmigo y que hablemos. (Te pediría entonces que me acompañases,) Podrías venir y así no voy solo, es que no me gusta estar solo. Que hablemos con nuestras palabras y con nuestras miradas y nuestras manos, quiero que estemos juntos. Sí ya sé que no nos conocemos pero ese problema solo puede durar unos segundos, los que dure nuestro primer y rápido intercambio porque yo ya te he escogido y sé que no me vas a fallar. Esto último sólo lo pensaría, no te lo diría. Quizás puedas fallarme pero yo he pensado que no me fallarás porque tengo fe en mi instinto.
—(El tipo la mira, achica los ojos, trata de serenar su respiración y en la medida en que ésta se regulariza pareciera que piensa: inspirar, espirar, pensar, inspirar, espirar, pensar...)
—Entonces, en lugar de decirme no soy Max, intentas seguir con tu grupo y por un momento me domina el pánico, un pánico que en la memoria se confunde más con la risa que con el miedo. Te sigo sin saber muy bien qué haré a continuación, pero tú y tres más se detienen y se vuelven y me consideran con sus ojos fríos, y yo te digo Max, tenemos que hablar, y entonces tú me dices no soy Max, ése no es mi nombre, qué pasa, te estás quedando conmigo, me confundes con alguien o qué, y entonces yo te digo perdona, te pareces muchísimo a Max, y también te digo que quiero hablar contigo, de qué, pues de Max, y entonces tú te sonríes y te quedas ya definitivamente atrás, tus compañeros se van,..."
Y la propuesta es que nos detalles (¿narres?) una estrategia de seducción, un encuentro y un primer paso que digamos será como el cebo que nuestra "víctima" va a morder. El título que he escogido evoca la película de Marlon Brando pero también podría haber sido este otro: Quedarse contigo (¿Te estás quedando conmigo?)
El ejemplo literario lo complemento con este vídeo basado en el éxito comercial del libro Sex Code de Mario Luna, todo un experto de la seducción, dicen.
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oie Javier acá te dejo mi aporte a esta invitación :)
ResponderEliminarsaludos!!
Es un dia de marzo, caluroso, recalcitrante, misterioso. Un grupo de jovenes esperan al que sería su profesor. De pronto la puerta se abre y antes que su cuerpo pesado entra su hombria, su masculinidad. Desde ese instante quise entrar en su vida y que el entrara en la mía.
ResponderEliminarBusque mil palabras, mil miradas, miles de cosas para acercarme a el, pero mi miedo fue más grande al rechazo. Simplemente los milagros existen y mientras mordía una manzana roja de aquellos labios que soñaba día a día escuché: "que dulce se ve aquella manzana, ¿no debería ser de este profesor? desde ese día pase de seductora a seducida y sorprendida. las manzanas siempre estuvieron presentes.
dedicado a Sergio Avendaño
(MI PROFESOR)
POEMA DE AMOR A CUATRO MANOS
ResponderEliminarELLA
He despertado soñando contigo.
Me toco y siento la humedad de mi sexo.
Imagino cómo te desbrocho la camisa.
Empiezo a besarte desde el comienzo del cuello
hasta el ombligo.
Te desabrocho un poco la hebilla de la correa.
Alzo los brazos para que caiga mi sweater.
El sujetador suelta mis senos que ya no se
contienen ante las ganas .
Los lames, los besas, te guindas en
el deseo eterno.
Mis pechos en tus manos.
Tu boca recorriendo los pezones erectos.
Me desnudas.
Quedas desnudo.
Tu sexo erecto ante mí.
Fascinada ante el macho que me desnuda.
Que me deja en piel.
Mi sexo en flor espera tu boca.
Bajas con tu lengua hasta la comisura de
mi clítoris.
Mojada,
con sabor a piña, a mango,
a hembra,
me haces vibrar de placer.
ÉL
Espero.
Te mido, te tomo el pulso.
Te veo.
Adivino el tiempo
exacto para penetrarte,
para entrar en ti.
Primero lento, suave.
Te conozco, pero es
tu primera vez.
No quiero asustarte.
Te saboreo.
Te gozo.
Te miro.
Para que esa expresión sólo mía,
no se me olvide
Es mi mujer.
No es para nadie más.
Gimes.
Sigues chorreando.
ELLA
Te beso, te abrazo con mis
piernas.
Sabes. Adivinas
que te quiero dentro,
que quiero tu ritmo,
tu cadencia.
ÉL
Quiero que los dos seamos uno.
Trasmitirte mi deseo
de comunión.
No cambio de posición.
Ese primer orgasmo nuestro es
como el de Adán y Eva en el Paraíso.
El macho que penetra,
la hembra que se entrega.
Es mi momento.
El momento del hombre que
corresponde a tus deseos.
Aumento el ritmo y el placer, del
dominio sobre tu cuerpo, llega.
Aparece el anhelado final.
Tu cuerpo se estremece a mi ritmo.
Y en ese momento
cuando vas llegando a la cumbre.
Me dejo morir y te riego
con mi semen.
El néctar de la abundancia.
Te lleno, te completo.
Me vuelvo tu.
Te conviertes en mí.
ELLA
Te quedas ahí.
Descansando.
Me besas suavemente.
Me das las gracias por la entrega profunda.
No huyes de mí.
Tu pene vacío reposa en mi sexo.
En la calidez de la entrega mutua.
Cuando te desprendes de mí
siento el vacio de tu cuerpo,
las ganas de que vuelvas.
Mi vagina abierta
sin querer cerrarse.
Te miro a los ojos,
veo tu sonrisa y sé
que me quede dentro de ti,
y que te llevo en mí.
Hola Javier. Tu propuesta me sugirió esto:
ResponderEliminarÉramos dos extraños
y, de repente, hemos conectado
porque algo nos hizo reir al tiempo
o hicimos algo juntos
o teníamos un afán común...
Entonces, casi sin querer,
te seguí con la mirada
y te miré a los ojos
como si te conociera de siempre...
y nos sentimos cercanos,
casi nos sentimos amigos...
...y sabía que las sensaciones podían ir a más...
o quizá no, quién sabe...
Sin estrategias.
ResponderEliminarAsí que, como allí estaba yo, delante del fregadero, pensando en tu boca de flor de buganvilla, sonriendo abstraída, mirando cómo se forma y cómo cae la gota de agua de un grifo, haciendo ese ruido que sólo tú supiste enseñarme a distinguir, "poingchividiú" hace la gota,...
ResponderEliminarAsí que como estaba yo con las melenas despeinadas por allá por la nuca, concentrándome en ese momento en el que sé que vas a entrar sin hacer ruido, para acercarte a mis sensaciones y a mis pensamientos...
Así que como me cobijas la espalda y a mí me recuerdas a un caramelo amarillo-ámbar de miel y limón...
Pues he decidido nombrarte mi guardaespaldas de limón, porque me produces dentera y un placer dulce cuando te acercas así. Porque me recuerdas cómo son los centros del placer, los que sueltan chorros de endorfinas y los neurotransmisores de la lujuria. Porque me envuelves como si me fuera a romper, para poder partirme en dos tú solito, para poder matarme sin que me muera, para protegerme del aire, porque te pones celoso.
Te regalo la primera erección de mi vello, mi guardaespaldas de limón, te regalo el primer suspiro que me sale con tu roce.
De parte de Silvia Walpen
ResponderEliminarREVANCHA
Abrió la puerta del bar y ahí, justo ahí en ese primer lugar donde dirigió su mirada estaba él. Todavía no sabía muy bien qué hacía en esa ciudad que hasta hace un tiempo atrás odiaba con todo su ser. Sin embargo fue. Y estaba otra vez entre amigos, rodeada de gente, charlando, riendo a carcajadas mientras encendía un cigarrillo y se disponía a tomar una cerveza.
Sintió que su sangre corría con una velocidad vertiginosa y que se agolpaba en el centro de su pecho casi hasta quitarle la respiración, pero obligó a su mirada a representar el papel de la indiferencia y la llevó a buscar a su amiga para acercarse a ella y decirle algo ocasional y sonreir como si nada pasara. Parecía ni siquiera recordar que se había entregado a él sin imaginar que no sería tan sólo un encuentro casual porque él, sí él, tejería una historia de llamados, mensajes e invitaciones a vivir todo lo que ella ya no esperaba.
Su amiga le contestó con una sonrisa y comenzaron a escrutar el lugar en busca de una mesa . Ella empezó a reir más de lo previsto y se sintió segura de sí misma, de su belleza que había cautivado la mirada de todos, incluso la de él. Ella lo sabía. Y eso le gustaba. Era una forma de revancha absoluta y demoledora.
Caminaron hacia el lugar elegido y aunque su cuerpo le decía a gritos que estaba desestabilizado, hizo oídos sordos al temblor de las piernas, al latido cada vez más acelerado y al aleteo de sus manos y, como si nada pasara, contorneaba su cuerpo con el movimiento habitual, su paso lento, su vaivén de caderas y la sonrisa en los labios. Sentía las miradas clavadas en ella pero su recuerdo la transportó a esa noche en la que había bebido tanto buscando la salida que la aleje de una ilusión y que la había puesto justo, justo frente a él. Esos ojos traicioneros y una sonrisa que la desarmó y la dejó al desnudo, aún conociendo de memoria las trampas de la seducción.
Se sentó junto a sus amigos siempre siguiendo su comedia de la alegría permanente y exageró cada uno de sus movimientos, riendo de los comentarios absurdos que sus acompañantes hacían del lugar. Ese primer llamado la misma noche … ¿cómo era que tenía su número? ¿llegaste bien? Y esa contestación tan osca como las que acostumbraba: estoy perfecta. Quiero dormir.
Se acercó la chica que las iba a atender y fue presa de las bromas de Eunise que ràpidamente aprovechó para comentar. Ahora su mirada no recorría más el lugar, estaba absorta en la lista de bebidas entre las que tenía que escoger, sabiendo que no necesitaba leerla porque su opción no variba nunca. Pero aprovechaba el recorrido fingido de sus ojos para transportarse a los mensajes que recibía de él, siempre ávidos de un encuentro, sin importar las distancias ni lo que ya habían decidido sus amigos. Su charla constante que tanto la hacía reír. Cómo le gustaba estar con él. Cómo él había logrado cambiar su filosofía de vida, su “no te enganches ni mucho menos te enamores”.
Comenzaron a debatir sobre lo que iban a tomar. ¿Cuándo había sido exactamente el momento en que las cosas cambiaron? No! Vino no! Tomen ustedes. ¿Y en qué momento esas ganas locas de verla desaparecieron? Seguramente esa noche en la que él la esperó por más de una hora en la intersección de la ruta para estar con ella aunque sea unos momentos, y ella enojada porque no había ido al lugar acordado, lo ignoró y otra vez el tengo sueño. Seguramente la noche que después de salir juntos y que ella le manifestó desconfianza, él la llamó minutos después desde su casa para decirle que se quedara tranquila y ella reía junto a sus amigos casi sin contestarle. Seguramente cada vez que ella no respondía sus mensajes. Seguramente cada vez que ella armaba su coraza para no permitir que él la lastimara.
Llamaron a la chica ahora para hacer el encargo y el pedido no se hizo esperar. ¿Cómo es que estaba ahí, en esa ciudad que tanto había odiado encendiendo un cigarrillo y dispuesta a tomar una cerveza?
Continúa:
ResponderEliminarSin mirarlo vio como se acercaba justo en dirección a ellas. Hola. ¿Cómo estás? El personaje de superada se enfatizó como nunca antes en la noche. Bien. La charla se volvió hacia los lugares comunes: qué hacés acá, cómo va tu vida, ¿y Joly?, ¿Por qué no vino? Risas tontas. Después nos vemos.
Miradas cómplices entre todas y más risas todavía, carcajadas que resonaban en el lugar y que llamaron al brindis ¡Por nosotros! Sonó el celular y ella sabía perfectamente que era él, lo tomó y leyó el mensaje que la invitaba a quedarse esa noche. Ella sonríe, segura de que la estaba mirando y contestó afirmativamente. Besos apasionados, besos en los momentos de intimidad, besos frente a todos. Otra cerveza. La vez que durmiendo juntos la despertó para decirle “te quiero mucho”. Más cigarrillos. ¿Por qué no hablás? Decime lo que sentís, confiá en mí. Risas. La campera negra de él guardada en su ropero ¿Nos vamos? Otra vez el bar ¿Te quedás entonces vos?
No. Voy con ustedes. Puso el teléfono y los cigarrillos en su cartera. Se levantó acomodando sus cabellos. Recordó que ese peinado le quedaba bien. La comedia llegaba a su fin pero hasta último momento la protagonista no olvidó su papel. Caminó con la gracia habitual hacia la salida. Cerró la puerta del bar y se fue con su orgullo a cuestas.
Eres mi sueño, pero no creo
ResponderEliminarque sea capaz.
Sabes que te venero,
pero no podré nunca mirarte
si no es a hurtadillas,
si no es a ratos,
si no dentro de mí, muy dentro.
pienso en ti tanto.....
amor corre mi cuerpo
mientras te estoy pensando.
Miedo me da tenerte cerca,
no podría despegarme.
Se me escapa de las manos,
se me está escapando.
¿No ves que soy presa?
Sueños
ResponderEliminarSueños consentidos
corazón agitado
sentidos atentos
fluyen en mi sangre
deseantes burbujas
suspiros leves
sueños fluyendo
flores deshojadas en mi espalda
manos en mi vientre
aliento cálido
murmullos
sueños y sedas.